viernes, 28 de febrero de 2014

Volver al futuro

Me pidieron tanto que escriba sobre este viaje que me puse a escribir nomás. Pero para que no se les haga tan pesado, vayan escuchando esta canción.

 Tres aviones tres eran los que me separaban de Australia. El primero entre Ezeiza y Santiago de Chile. Viaje tranquilo y charlado con mis compañeras de asiento, Emma y su hermanita de nombre difícil, dos alemanitas de unos diez y ocho años muy simpáticas. Los padres viajaban varias filas delante y ni se asomaron para ver si estaban bien. Emma habla muy bien español y me cuenta que iban a visitar a su abuela chilena, que prepara unas ricas empanadas en su casa de Viña del Mar. Su hermanita, en el asiento pegado al mio, me enseño a contar hasta diez en alemán pero ya me olvidé, aunque recuerdo que varios son similares con el inglés. Una vez que bajamos del avión, cada vez que nos cruzábamos en el aeropuerto me gritaban -Jelouuuuu- y sacudían la mano saludando. Entre pitos y flauta se me pasó rápido.
El segundo y mas largo tramo del viaje fue entre Santiago de Chile y Sydney. Salió con unos veinte minutos de retraso desde Santiago y eso hizo que me preocupara ya que me quedaba muy poco tiempo para alcanzar la conexión con el último vuelo. Si bien el viaje es larguísimo, 14 horas, por suerte eramos dos pasajeros en una fila de tres asientos, asi que dejamos libre el del medio y eso permitió que pudiera viajar bastante cómodo; y sobre todo estirar las patas. Debo confesar que aprovechando la timidez de la otra pasajera, copé el asiento sobrante y me desparramé todo lo que pude. Me llamó la atención que la tripulación eran todos hombres y casi todos de unos cincuenta años para arriba. Cuando llegara a Sydney debía pasar por migraciones (comprobación de visa mediante), retirar las valijas, pasar por la revisación de las mismas y correr para despachar de nuevo las valijas para el vuelo doméstico. Como el avión salió tarde de Santiago, me dejaba muy poco tiempo para todo eso. Pasé migraciones bastante rápido y sin problemas pero tuve que esperar un montón las valijas ya que las mías salieron entre las últimas. Miraba la hora todo el tiempo y me daba cuenta que no iba a llegar. Encima traía un paquete de yerba y según las recomendaciones en los foros conviene declararlo porque sino puede haber problemas y mi idea era la de no comenzar mi relación con los australianos con el pie izquierdo, asi que hice bien los deberes. El señor que revisa las valijas me pregunta que traía y yo intentaba explicarle de que se trataba en mi inglés rudimentario (is like a tea, repetía) y con toda la presión de estar perdiendo el vuelo, hasta que el señor me dice -Ahhh! is mate! - Ahí me doy cuenta que debería haber empezado diciendo que era mate y listo. Y ahora a correr por el aeropuerto empujando el carrito como los rusos con el trineo en los JJOO de invierno para llegar a la terminal de vuelos domésticos que encima había que tomar un pequeño bus despues de despachar las valijas. En el check-in le pregunto y me dice que el vuelo ya había cerrado. Next flight fueron sus palabras, al final nada grave porque el próximo vuelo salía en apenas una hora. Mientras esperaba el bus que me llevaba a la otra terminal, de repente un señor se pone en cuatro patas, atraviesa las cintas de seguridad y sale por la puerta a las calles internas del aeropuerto ante la mirada atónita de la encargada del sector que le grita y empieza a llamar a la seguridad. El tipo ni bien sale fuera del edificio se devuelve todo sobre el asfalto y vuelve a entrar a los tumbos hasta derrumbarse en un silloncito. Cayeron los enfermeros para atenderlo mientras todos los presentes rogábamos que no nos toque de compañero de asiento en el avión, cosa que no pasó, por lo menos en mi caso.
Tercer avión rumbo a Brisbane sin nada para contar, vuelo corto y aburrido. Ahh, lo que pude ver del aeropuerto de Sydney es que es impresionante, hay varias autopistas que lo atraviesan por debajo de las pistas y es enorme. Llegada a Brisbane una hora mas tarde de lo previsto después de haber viajado durante mas de 20 horas y ahi estaba Jade, uan de mis nuevas compañeras esperándome con un cartelito de Datamars, lista para llevarme a Amamoor, adonde estoy parando por el momento.

Remando la rima - I

Después de tanto periplo,
el avión ha aterrizado,
el cuerpo como apaleado,
de tanto andar por arriba.
Pollo o pasta es la comida,
el menú no es muy variado.

Y así comienza la historia,
de este suipachero puro,
entenderse va a ser duro,
ya me iré acostumbrando,
cocodrilos enlazando
y jineteando canguros.