sábado, 1 de marzo de 2014

La importancia de llamarse Gus



Cuando vivíamos de chiquitos en la casa de la abuela, todos en aquel barrio me decían Carlitos. Luego al entrar a la escuela pasé a ser Agustín, luego "Colo" me acompañó hasta la secundaria y aún se mantiene. Los Elizondos me bautizaron "Rojo" que derivó luego en "Red One", que es como me conocen los amigos mercedinos. Cuando Jade pasó a buscarme por el aeropuerto de Brisbane para llevarme hasta mi primer vivienda en Australia, me preguntó como se decía mi nombre y ante la imposibilidad de pronunciar Agustín que tienen los anglosajones (ya había comprobado esto anteriormente) determinó -Aquí te llamaremos Gus-
Y así quedé bautizado bajo la Iglesia de los Primeros Días Oceánicos como Gus (suena Gos). Ya me presentaron así con todo el mundo, así que no tengo muchas opciones de pedir el cambio, tampoco me disGUSta, sólo tengo que acostumbrarme como a tantas otras cosas.
Como dije antes, Jade pasó a buscarme por el aeropuerto de Brisbane cerca de las 21 que aquí es tardísimo, para que tengan una idea, normalmente cenan como las 19. Manejaba la camioneta su pareja, un aussie medio petisón y fornido pero muy simpático al igual que Jade.
El destino era el pequeño pueblito de Amamoor, que es adonde vive Tim con su esposa Amber y los pequeños Lala y Halley de unos 7 y 4 años respectivamente. Tim es el gerente de la empresa en Australia, vive en este pequeño pueblo rural, en una granja con vacas, caballos y gallinas. 
Por el momento voy a vivir en una casita que está separada por unos 60 metros de la casa principal de la granja, hasta que pueda organizarme y conseguir algún depto más cerca del trabajo y de la civilización. La casa es muy cómoda y luminosa, la vista es inmejorable ya que se ven las colinas y el bosque, todo de color verde. Tengo internet pero no televisión, si me agarra el mundial acá todavía creo que renuncio, pero creo que voy a poder mudarme mucho antes, veremos.
Los pequeños son simpatiquísimos y andan correteando en patas por el medio del campo todo el día, no tardaron nada en entrar en confianza con el extraño y ya andamos como los chanchos.
El primer consejo de Tim fue el de que cierre siempre la puerta de la casa, para que no se metan las serpientes. Parece que acá no se jode con eso, aunque como dije antes, los pibes corren en patas por todos lados, yo por las dudas voy mirando para abajo todo el tiempo. Me tiene un poco paranoico ese tema, pero supongo que es al principio, por suerte todavía no tuve ningún encuentro con las mencionadas "snakes".
El viernes me invitaron a desayunar. Había café con leche, huevos revueltos, una especie de salchicha del tipo parrillera pero frita,; y pan con manteca. Livianito el desayuno.



2 comentarios:

  1. Inmejorable comienzo amigo Gus. Si desde tu ventana se ve ese paisaje de paz, entonces tendremos mucha inspiración para este jineteo de canguros. Seguiremos esperando mas relatos.

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  2. La paranoia serpentaria nos introduce en terrenos conocidos allá por junio de 2010 y le ponen a la historia el toque salvaje que todos esperamos que llegue. Obviamente, que nadie salga lastimado, por las dudas ponete repelente

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